Discípulo de Platón y tutor de Alejandro Magno, Aristóteles (384–322 a.C.) vivió en una Grecia en expansión cultural bajo el inicio del helenismo. La observación científica y la clasificación del conocimiento estaban en auge, lo que marcó su enfoque filosófico-naturalista.

En De Anima, define el alma como la forma del cuerpo, el principio vital. Clasifica las facultades en:

Nutritiva: plantas.
Sensitiva: animales.
Racional: humanos.

Introduce distinciones fundamentales: sensación vs. intelecto, mente activa vs. mente pasiva.

Su proyecto es naturalista: incluir el estudio del alma dentro de la biología y explicar sus funciones como capacidades adaptativas.

Comprender los procesos vitales (nutrición, percepción, pensamiento).
Explicar el comportamiento en todos los seres vivos.
Comparar organismos para clasificar funciones psicológicas.

Para Aristóteles, el alma no era exclusiva del ser humano: estudiaba la vida vegetal, animal y humana, anticipando la psicología comparada y la psicobiología moderna.

Consideró el alma como forma del cuerpo, inseparable de él. Definió facultades del alma y otorgó gran importancia a la percepción sensorial como punto de partida del conocimiento. Las sensaciones son la base sobre la cual el intelecto construye conceptos.

Necesitaba explicar cómo conocemos el mundo de manera objetiva y práctica, superando la visión platónica que desconfiaba de los sentidos.

Aristóteles inaugura una proto-psicología empírica: sus estudios de la percepción anticipan la psicología experimental, la psicología comparada y la neurociencia cognitiva.

Aristóteles convierte la psicología en una rama de la filosofía natural, orientada a observar, describir y clasificar, anticipando el método científico aplicado al estudio de la mente.

A continuación, un diagrama para sintetizar la información de estos importantes filósofos.

Medicina hipocrática y galénica: humores, temperamento y explicación natural de los trastornos.

La tradición hipocrática planteó que la salud dependía del equilibrio de cuatro humores (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra); Galeno sistematizó esta teoría y la conectó con disposiciones mentales y carácter (temperamentos).

En un contexto donde la explicación divina era insuficiente para el médico racional, la humoralidad ofrecía una base naturalista para enfermedad física y mental. Para permitir tratamientos prácticos (dieta, sangrías, purgas) y una clasificación de las "enfermedades del ánimo" (melancolía, manía, epilepsia).

La idea de que la melancolía (exceso de bilis negra) predispone a creatividad y genio permaneció hasta el Renacimiento.

La medicina antigua integró cuerpo–mente; su legado duró más de un milenio y orientó terapias y diagnósticos hasta la modernidad temprana.

Categoría: Filosofía y psicología